jueves, abril 05, 2012

SERES COOLTIVADOS.

                        Un puerro tiene su vello púbico en un extremo del que sale un tallo largo y liso en capas. No te líes a bocados con el puerro porque eso sólo conseguirá empeorar vuestra relación. El ser del puerro busca la sinergia con el nabo, la patata, el apio y ansía salir de su yo para mezclarse con los demás hasta quedarse blando, suave y dulce después de haber hecho su notabilísima aportación al conjunto horticooltural. 


                        No lo parece, pero el calabacín es un ser muy sensible. Se lo puede cortar, trocear y triturar, claro, porque esa es su razón de ser, pero no de cualquier forma; con sentido, con norte, con delicadeza, con estilo, con sen-si-bi-li-dad. Si le cuentas una historia triste al calabacín, llorará; si por el contrario es una historia alegre, es muy probable que te salte a la cara a darte unos besitos y unas car-antoñas.


                        El tomate es arrabalero y alegre por naturaleza y lleva su rojez con una naturalidad pasmosa, si tenemos en cuenta que es uno de los pocos frutos que, ostentando este color, se suele mezclar con hortalizas verdes y blancas. En cierto modo, su rojez y acidez lo convierten en uno de los reyes del puchero, el plato y el bol. No tiene vergüenza ninguna, y esto viene fenomenal en un mundo infectado de pusilánimes.


                   La zanahoria tiene una considerable melena verde, lo que, junto a su característico color anaranjado, hace que muchos la tomen por punk. Lo más destacable de su textura es su dureza, pero pocas personas saben que ésta procede del año 803 a. C., cuando las zanahorias fueron brutalmente esclavizadas y obligadas a funcionar en condiciones de extrema dureza: taladrar vías públicas a pelo, echar puertas y portalones abajo, etc. A la zanahoria le encanta el estilo dip americano, pero tampoco le hace ascos a una buena olla o a una boca agradable y agradecida.


                        La patata tiene ojos pero prefiere no ver, porque, total, la mayoría de las veces la van a hacer mal... Es recia y regia, con una piel muy eficaz que la protege del envejecimiento prematuro y una carne amarilla que gusta de ser cocida, asada, frita o hecha puré. Aborrece el exceso de aceite, y también sus subpreparados en chips cuasi-artificiales. Ella es práctica, realista, tranquilona y muy buena conversadora.

                        La lechuga no tiene demasiada personalidad; rara vez nos encontramos un plato de lechuga sin alguna clase de aliño u otros elementos como el tomate, la cebolla y un largo etcétera. Pero en eso precisamente reside su grandeza, y en el hecho de que está deliciosamente clorofilada y, si es buena, crujiente. El cogollo es su joya, y mirado de forma cenital, puede asemejarse a una fresquita y verde vulva femenina.


                        Las acelgas son gregarias, van en matojos, muy juntos sus largos, planos y lisos tallos y, eso sí, unas abundantes melenas verdes al viento que son la envidia de Carmen Lomana y sus amiggas. Como el apio, su primo hermano, presentan una textura lacia adecuada para mezclarlas con otras hortalizas más recias o para rehogar con ajo; pero no el de los micropoemas, ¡¡¡por dior!!!, sino el otro, el antivampiros.


                        Hoy hablaremos del a31416o, o sea, del apio. Es de tallos largos y hojas deliciosamente aromáticas. El a31416o queda fetén en ensaladas, en las típicas "dip" americanas, mojando su tallo en gran variedad de salsas, a cual más engordante, y perfuma de forma inigualable cualquier guiso que se te ocurra hacer; con nabo, patata, zanahoria, puerro, carne, etc. Es elegante y siempre una buena idea. ¡Viva el a16o!


                        Cualquiera diría que el nabo es la ostia por su frecuente asimilación al miembro viril, pero, como sabemos bien, no es oro todo lo que reluce. Tímido, color hueso, pasa casi desapercibido y es raro encontrar uno que se asemeje a una hermosa y tersa verga enhiesta. Son más bien más cortitos o medios, ...arrugados y con algunos pelitos. Aún así, insustituibles, por su sabor y aroma, en cualquier cocina que se precie.


                        El rábano es tan salao como las antiguas pesetas. Son pequeños, encarnados por fuera y blancos por dentro, con su ramillete verde en el extremo o tallo. Hay rábanos que pican como demoños, lo que es el motivo principal por el que mi hijo no los quiera ni ver. Solos, o en ensalada, le dan una alegría de feria al plato, y si no los usamos más es porque somos vagos de solemnidad.


                        El brócoli ostenta un título nobiliario, el Brocco, que deja a la altura del betún a su hermana la coliflor. Pero él es VERDE, lo que en el mundillo horticooltural significa "sangre azul". Y por si fuera poco, todas esas propiedades antioxidantes y anticancerígenas que le han atribuido se le han subido al cogollo de una forma que, si no fuera porque está delicioso, le iban a dar mucho por coolo.


                        El boniato está seriamente acogotado por la evidente prepotencia de la patata. Por fuera, se parecen un huevo, pero el boniato es mejor; más dulce, más tierno y su carne más anaranjada y aromática. El boniato no habla, como la patata; él canta y hace versos. Mientras lo asas en una parrilla te recitará a Góngora mientras va estimulando tus jugos gástricos. Es un A-M-O-R.