domingo, febrero 22, 2009

Rapazas y rapaces.

Este finde nos hemos encontrado con más de una sorpresa. Nos hemos aficionado a salir de Madrid, pero cerca -nos da pereza ir más lejos-, y es la segunda vez que vamos a un pueblito que no nombro no vaya que alguna vez alguien nos busque. Pues resulta que había allí una especie de fiesta "medieval" que resultó muy agradable de colores, olores (a especias y fragancias diversas), música en directo por las calles (hacían un sol y una temperatura sensuales, rozagantes) y un eco-espectácoolo de cetrería que casi nos ciega de entusiasmo. Aves de presa majestuosas, maravillosas, a apenas medio metro de nosotrxs tres, algunas de las cuales -concretamente el águila americana, en la foto, y el búho real- me han arrancado alguna lagrimita de emoción ante tal suerte y tanta belleza; qué increíblemente jodía es la naturaleza, y qué gozosa la sensación de salir de la "humanidad" de una ante tamaños ejemplares (estáticos y en vuelo hacia el cetrero, el alsaciano Manfredo, o hacia su compañera, la española Constanza). Esto a nuestro lado mismo, ya digo.

- El buitre de Rupell o buitre africano (6 kilos).

- El halcón Borni, de flipante y rapidísimo vuelo en picado a por la presa.

- El increíble y colorido caracara, que se escapó en el show del día anterior y se dedicó a aterrorizar a las palomas del pueblo durante 24 horas.

- El halcón ratonero moro.

- El cuervo africano (majestuoso, de 5 kilos de peso).

- El milano negro.

- La lechuza común.

- El búho nival, blanquísimo y espectacoolar, originario de los países nórdicos (en la foto de abajo).

- El carabo lapón.

- El bellísimo búho real, de imponentes vuelo y mirada.

- Los dos Harris, centroamericanos.

. El águila real.

- El águila escudada (peruana).

- Y el águila de cabeza blanca (6 kilos, también llamada americana o pescadora de salmones, en la foto de arriba).

El apuesto rubicundo fornido orgulloso sonriente afable corpulento cetrero y su simpática y dispuesta compañera parecían hacerlo bien; una tranquilidad y alegría añadidas eran verlxs aparentemente felices, a ellxs y a las aves (dentro de lo feliz que se puede intuir a una rapaz); recuerdo de hecho haberle comentado a Pjo que me parecieron una de las pocas parejas felices que me había encontrado últimamente, y supuse que yo también me sentiría así de bien, de fuerte y saludable, con tan maravillosa función en la vida (tratar con bellísimas aves de presa, quiero decir).

Pues nada, eso era. Sorpresas te da la vida, oyes.

Alicia XX