miércoles, octubre 24, 2007

Budismo

Tengo un problema con el dichoso budismo; al principio, me pareció atractivo como alternativa al gore católico y también porque ciertos personajes populares que se autodenominan budistas me caían simpáticos: Michael Stipe, Richard Gere, etc. Pero ahora, que he investigado un poquito acerca de esta religión, filosofía o estilo de vida, como quieras llamarlo, no logro entender a mis amigos budistas (en concreto, tres amigas y un ex amigo). A ver, parece ser que una de las enseñanzas fundamentales de Buda es conocida como las Tres Características de la Existencia (En pāḷi: Ti-Lakkhana; Las Tres Marcas, Los Tres sellos, Las Tres Realidades), a saber:

1.- La Impermanencia.
2.- El No-yo (no confundir con el Yo-Yo, que también está muy bien).
3.- La Insatisfactoriedad.

1.- La Impermanencia (Anitya, en pāḷi: Anicca) significa transitoriedad, cambio. El budismo sostiene que tanto nuestra realidad interior como la del mundo externo, están siempre en un estado de cambio permanente. La estabilidad, sea en los átomos, en las cordilleras montañosas, o aún en nosotros mismos es una ilusión. Según la doctrina budista, ninguno de nosotros es física, emocional ni mentalmente la misma persona que éramos hace años. Ni siquiera hace minutos o un sólo instante. Todas las situaciones, todas las entidades, todos nuestros pensamientos y todos nuestros estados de ánimo nacen, ganan fuerza, se deterioran y desaparecen. Para el budismo, somos seres cambiantes en un mundo cambiante. Por eso no nos es posible encontrar seguridad permanente ni certidumbre absoluta, incluso en el más próximo futuro.

2.- El No-yo (Anātman; Insustancialidad, en pāḷi: Anattā) es la ausencia de un alma, la insustancialidad. La carencia de un sí-mismo perdurable, de un yo/mí. La carencia de una existencia intrínseca.

Anātman, la insustancialidad, es el elemento más importante y característico de las enseñanzas budistas y es lo que distingue al budismo del resto de las religiones. Por eso, al Buda se le llama a veces Anattā-vadi (el maestro de la Insustancialidad). Es también, sin lugar a dudas, el aspecto más difícil de asimilar correcta y plenamente para sus seguidores.

Anātman va unida indisolublemente con Anitya porque, si todo cambia, no puede haber una entidad permanente. Buda afirmó que nuestra idea sobre la existencia de nuestro "yo" es en realidad una idea falsa que surge sobre lo que no es más que una colección temporal de numerosos procesos dinámicos interdependientes y condicionados en constante cambio. De estos procesos surge la consciencia así como la noción de ser una individualidad.

El No-yo no equivale a la aniquilación de la personalidad ni al nihilismo, ya que no se afirma la inexistencia de la persona, sino la inexistencia de una sustancia, esencia, o entidad intrínseca duradera en la persona. El budismo considera yo, me y mi como convenciones e ideas relativas necesarias para poder operar en la vida diaria. En la terminología budista se le denomina una verdad convencional en contraposición a una verdad última o absoluta. Ambas coexisten en la realidad; sin embargo, sólo vivimos una de ellas a causa de la ignorancia sobre ello.

Anātman, al igual que el resto de afirmaciones filosóficas del budismo, es para sus seguidores un elemento de práctica en el que investigar y no una convención de fe. Nace teniendo como punto de partida la experiencia, que siempre supedita a los razonamientos en el budismo. Esa experiencia de olvidarse a sí-mismo surge normalmente a través de un camino doble simultáneo de aprendizaje: debido la práctica permanente de entregarse plena e incondicionalmente a la acción que se está realizando en este preciso instante presente, cualquiera que sea, y debido a la práctica de la meditación (bhavana o cultivo de la mente).

3.- Insatisfactoriedad (Duḥkha, Insatisfactoriedad, en pāḷi: Dukkha) Desilusión. Insatisfacción. Sufrimiento. Incomodidad. Dolor. Intranquilidad. Imperfección. Malestar. Fricción. Pesar. Frustración. Irritación, Presión, Ir contra corriente, Agonía, Vacío, Tensión. Angustia existencial.

Duḥkha es un término de difícil traducción. No existe un término equivalente exacto en las lenguas europeas ya que Duḥkha tiene un significado muy amplio y abierto en el idioma original, que engloba diversos significados. Un ejemplo de Duḥkha dado por Buda es el estar con alguien que no te gusta y el no-estar con alguien que te gusta. Históricamente, la traducción más común en occidente ha sido sufrimiento; sin embargo, insatisfacción o lo insatisfactorio están más cerca al sentido de esta palabra en los textos originales.

Mientras que la Insustancialidad es la principal enseñanza del Budismo, la eliminación o extinción de la Insatisfacción (Duḥkha) es su principal y último objetivo. En la doctrina budista se hace indispensable aceptar la existencia de esa insatisfacción en la vida que aparece de manera intermitente, y por tanto, que el sufrimiento es una realidad inherente a existir y universal. Aunque Buda reconoció y animó a conservar los estados y momentos felices (buena situación económica, buena salud, etc.) afirmaba que éstos no son permanentes y que, en todo caso, son coronados por la muerte.

Para el budista, Duḥkha es el resultado de no actuar ni pensar de manera que sea realmente consecuente con las realidades de Anitya y Anātman. Es el resultado de tener una actitud que admite la posibilidad de una satisfacción duradera o de la existencia de un ser, un "yo", al que proteger o beneficiar. Así, la consecuencia de no aceptar Anitya, la Impermanencia, es que experimentamos momentos de inseguridad, decepción, frustración o dolor cuando la transitoriedad o cambio se nos manifiesta en el transcurso de la vida. Y la consecuencia de no aceptar Anātman, la Insustancialidad, la ilusión del “yo”, es que a veces en la vida nos resistimos o luchamos internamente contra todo lo que interpretamos o creemos ver como un posible ataque o una injusticia, de la vida misma en ocasiones, hacia este “yo”.

La Insatisfactoriedad (Duḥkha) no es sólo consecuencia de la ley de Anitya, del cambio y la impermanencia, sino que también está a su vez sujeta a ella. Así los procesos de aparición y desaparición de Duḥkha se suelen ir alternando en la vida (Samsāra), o pueden llegar a extinguirse de manera definitiva (Nirvāņa) una vez que hayamos visto el origen de Duḥkha de manera clara mediante la práctica y la disciplina.

Los tipos de Duḥkha: Una manera de apreciar la gama de significados de la palabra Dukkha es la de examinar los diferentes tres tipos que describió Buda:

duḥkha duḥkhatā: El sufrimiento y el dolor físico o mental intrínseco en su sentido más ordinario y agudo.

viparinama duḥkhatā: Es nuestra reacción al cambio o la pérdida, ya sea de cosas, situaciones y personas externas o de facultades y posibilidades en nosotros. Si nos aferramos excesivamente a las experiencias agradables (Suhkha), nos llevan a duḥkha porque son impermanentes.

samskāra duḥkhatā: Es muy sutil y profunda. Es la insatisfacción general que viene con la existencia en sí misma. Se podría entrever en ese preguntarse por el sentido de la vida. En última instancia se debe a fabricaciones, formaciones o condicionamientos.

Los Tres Fuegos (kleśā, en pāḷi: kilesa). Los tres venenos. Las pasiones (que adolecen). Las tres raíces del "mal". Los tres envilecimientos. Las tres corrupciones. Los tormentos. Las aflicciones. También conocidos como: mula priyaya ó akuśala-mula.

Durante el entrenamiento budista se suele utilizar la metáfora de "Los Tres Fuegos", o "Venenos", para representar a pasiones humanas que afectan el rigor y la fuerza con la que se manifiesta Duḥkha. Éstos son:

a) La Ignorancia/Ilusión/el Delirio (Moha). La ignorancia es el delirio de la idea de la existencia de un “yo”, y es el primer eslabón en la rueda de originación dependiente o Samsara. Se simboliza con un jabalí o un cerdo.

b) El Anhelo/Aferramiento/la Avaricia (Lobha). Se simboliza con un gallo.

c) La Aversión/Ira/el Odio (sánscrito: dvesa, pāḷi: dosa). Se representa con una serpiente.

Estas pasiones son comparadas con "energía" capaz de intensificar conflictos y compulsiones negativas, ocasionando de manera indirecta la infelicidad y el sufrimiento del propio individuo del que se generan. Por ello el budismo también se refiere a ellas como aflicciones, dolencias o tormentos. Según el budismo, si indagamos y profundizamos sobre el origen primero de lo que interpretamos como manifestaciones del "mal" acabaremos llegando siempre a estas fuerzas motoras. Cada uno de estos fuegos se apoya de otro y ocasiona un tercero. De estos tres envilecimientos primarios surgen otros muchos secundarios que podrían ser más fáciles de reconocer, como por ejemplo la vanidad, los celos, la hostilidad, la pereza, la obstinación, la preocupación, el miedo, la desvergüenza, etc. (Nota de la editora: ¡vaya, no sabía que hubiera algo de malo en la desvergüenza!).

Los momentos en los que surgen estas pasiones que adolecen son aprovechados para el entrenamiento y la práctica budista, cuyo objetivo es el reconocimiento y la contención de estas emociones, evitando a un tiempo tanto su represión como la reacción ante ellas para poder facilitar así su transformación. Los tres fuegos son las motivaciones o raíces (mula/hete) de aquellas acciones voluntarias (karman) que tienen consecuencias perniciosas para el individuo.

Pues, debido a todo esto que, como comprenderéis no es erudición mía sino copypasteo y edición, en gran parte, de la wikipedia, no comprendo, de verdad, cómo mis amigos, autodenominados budistas, algunas/os hasta "cinturón negro", pueden tener un ego tan considerable -¡casi más que los otros!- y tantos apegos, cuando, evidentemente estas dos cosas contravienen claramente las doctrinas resumidas arriba. ¡Y lo digo sin maldad ninguna, de verdad, sólo con sincera perplejidad!

Gracias por los enfervorizados aplausos; se oyen hasta en el cielo!!

Alicia XX