miércoles, julio 26, 2006

Cuaderno de bitácora II

La asfixiante ola de calor que arrasa Europa también ha asomado hoy por aquí, por lo que, antes que estar a pleno sol friéndonos como lechuguinos, parece más sensato quedarnos "indoors" hasta que el astro rey deje de hacer de las suyas...

Hoy es miércoles 26 de julio, y nos vamos ya el domingo. Es decir, nos quedan cuatro días; los típicos cuatro últimos días en los que uno intenta disfrutar intensamente de lo que luego no tendrá en casa. Hemos hecho prácticamente de todo; mis mayores descubrimientos, sin embargo, han sido que el mar sigue siendo el cálido amigo, parsimonioso y bello de siempre, y que trata a mi hijito igual de bien que me trató siempre a mí; que las personas son, por lo general, amables y educadas en todas partes; que las islas mediterráneas son muy hermosas, también en el interior; que mi matrimonio sigue siendo roqueño, indestructible (como los Pokémon); y que la buena poesía es uno de los mayores y más exquisitos chutes que uno se pueda meter. Un auténtico "natural high". ¡Ah, se me olvidaba! Y que los auténticos amigos siguen en contacto contigo estés donde estés.

Los buenos amigos. Ayer (¿o fue anteayer?) recibí en el móvil una llamada de la policía judicial. No contesté porque no la oí; estaría jugando en el agua, seguramente. Dejaron mensaje. Me comunicaban que me había puesto una denuncia una zorra furcia guarra, que conocemos bien, y me pedían que llamara a un número de teléfono. Supimos después, por el marido de la zorra furcia guarra en cuestión, que la denuncia había sido retirada poco después. Todo esto nos ha sumido en ciertas reflexiones, muy aclaratorias, respecto a la naturaleza de ciertas "personas". Se trata de "personas" que han hecho de la insinceridad, de la falsedad, de la hipocresía, un modo de vida. Esta misma cerda se sentó a la misma mesa que yo, en mi cumple, no hace ni un año -ocho meses, para ser exactos-, zampó y bebió a mi costa, y hasta me hizo un regalo. Estos adalides de la discreción, la falsedad, la insinceridad, la hipocresía, el descrédito, la maledicencia, el insulto y el desprecio sistemáticos, parecen no haberse dado cuenta aún de que esas actitudes, contrarias a la auténtica naturaleza humana, no conducen más que a la guerra y al enfrentamiento sistemáticos. ¿Acaso no han echado un vistazo al mundo alrededor? ¿Qué ocurre cuando una nación insulta, ofende, desprecia, etc. a otra, aunque pretenda hacerlo "discretamente"? Ni las naciones, ni las personas, somos tontas. Tanto unas, como las otras, tenemos dignidad, y la defenderemos siempre con uñas y dientes. Y el asunto es que todos vivimos en el mismo mundo, en el mismo planeta. Pero es que en este caso, además, en la misma ciudad (que, por cierto, es más mía que suya; yo nací y me crié aquí; ella, no). Y hasta en el mismo barrio... Por dios santo, qué necedad más enorme...

¿Que tienes un problema con una persona? Explícaselo. De buena manera, por favor. Intenta resolverlo por las buenas, pero no hagas del engaño, la hipocresía, la insinceridad, el desprecio y el insulto tu modus vivendi. Que sepas que esa opción resulta altamente ofensiva e insultante para los demás, y más si se trata de personas con las que has viajado, en cuya casa has estado un montón de veces, y viceversa, con las que has compartido mesa y mantel, fiestas, a las que has presentado amablemente tu familia, y al revés, a las que has llamado por el nacimiento de tu hija, para conciertos, etc., etc., etc. Simplemente debe tratarse de una fascista o de una loca de atar, que no sabe, además, que cada paso que da la acerca un poquito más a su propio infierno. Que alguien la eduque, por favor, aunque sólo sea por esos niños a los que ya no veremos nunca más (salvo en las revistas en las que los pone su madre...).

Pero, bueno, todo eso no es más que un piojo o pulga en la inmensidad del mundo, en su inabarcable belleza de cada día. La gracia, el encanto, el ingenio, el salero de Marino, no tienen fin desde que abre los ojos -y empieza su función diaria- hasta que a la noche los cierra de puro agotamiento. La hombría de Pejo, que fue lo que me enamoró de él hace ya veintitantos años, me abruma de lo rica que es. Y yo, yo tengo mi blog, que me apasiona, que cubre de sobra todas mis necesidades expresivas, entre alguien o no -cosa que ignoro y que no me importa gran cosa-, y también me gustan mi cuerpo, mi cara y el alma que me anima. Y los amigos a los que adoro, a los que quiero, comprendo y siento tiernamente.

Besos y abrazos fresquitos de...

(M) Alicia (Cool) XXX, tu webmistress amiga